En un tazón grande, coloque la mantequilla a temperatura ambiente junto con el huevo, el extracto de vainilla, la ralladura de naranja y la sal. Bata con una batidora de mano durante unos 60 segundos. No se preocupe si los ingredientes no se integran por completo en este momento, es normal.
Agregue la azúcar impalpable y mezcle hasta que se integre bien con la preparación. No olvide raspar los bordes del tazón con una espátula, para que toda el azúcar se incorpore a la mezcla.
Agregue la harina y mezcle solo unos segundos a velocidad baja, sin amasar ni sobremezclar. Raspe los bordes del tazón para incorporar todo. Si se complica con la batidora, use la espátula para aplastar la masa formando una bola compacta, pero asegurandose se que se mezcle bien.
Coloque la masa entre dos pliegos de papel encerado, uno debajo y otro encima. Con un rodillo, estírela suavemente: primero desde el centro hacia afuera, luego hacia el otro extremo, y por último hacia los lados, hasta que quede con un grosor de 1 centímetro aproximadamente.
Con un cortador o incluso un vaso, corte la masa presionando siempre hacia abajo (nunca de lado) para que las galletas conserven su forma. Luego, retire con cuidado cada pieza y colóquelas en la bandeja para hornear, dejando un poco de espacio entre una y otra. Repita el proceso de estirado y cortado hasta terminar con toda la masa
Lleve la bandeja con las galletas a la refrigeradora por 30 minutos. Cuando hayan pasado unos 20 minutos, encienda el horno para que se vaya precalentando. Y al cumplirse los 10 minutos restantes, lleve las galletas directamente de la refri al horno, sin dejarlas reposar fuera.
Horneé las galletas a 350°F o 175°C de 17 a 18 minutos, hasta que los bordes estén ligeramente doraditos. Retírelas del horno y déjelas enfriar por completo antes de comenzar con la decoración.