Mezcle el azúcar moreno y la canela: Asegúrese de que no queden pelotas de uno o del otro; puede utilizar una espátula de globo para que sea más fácil. Deje de lado y comience a estirar la masa.
Estire la masa: Hágalo con gentileza, siempre partiendo desde el centro hacia los extremos, tratando de mantener una figura rectangular. Se puede ayudar con las manos al levantar la masa de la mesa e irle dando forma rectangular para luego estirar con el rodillo. Estire hasta obtener un centímetro de grosor.
Unte mantequilla suavemente: Tiene que estar a temperatura ambiente o puede romper la masa. Retire el exceso. Luego agregue la mezcla de azúcar y canela sobre la masa y esparza con las manos hasta cubrir cada rincón, sin olvidar las esquinas y los bordes.
Arrolle la masa con cuidado: Mantenga el largo de la masa (para que le salgan 12 rollos). Vaya siguiendo el ritmo de la masa, ella le va a decir qué tanto arrollar. Si arrolla demasiado, los rollos crecen hacia arriba y parecen conos; si arrolla muy flojo, se abren cuando se hornean y se pueden secar por dentro.
Corte los rollos: Hágalo con un cuchillo de forma vertical, sin hacer movimientos de serrucho. También puede usar hilo dental, pero la verdad no le vi ningún beneficio a esa técnica. Mejor con un cuchillo en forma de guillotina. Coloque los rollos en la bandeja previamente engrasada o con papel encerado.
Segundo leudado: Lleve los rollos a leudar una segunda vez, siguiendo el truquito del horno (con un recipiente de agua caliente), pero esta vez solo por 45 minutos.
Hornee: Pasado el tiempo, saque los rollos del horno, enciéndalo y precaliéntelo a 350°F (175°C). Hornee de 18 a 20 minutos o hasta obtener el doradito deseado. Tome en cuenta que si los hornea mucho, se secan. Mientras tanto, prepare el glaseado.